jueves, 13 de agosto de 2009

VINOTINTO

“Vinotinto es un testimonio de reivindicación del significado de ser venezolano”

Entrevista a Miguel New, director de “Vinotinto, la película”

Si crees que “Vinotinto” es sólo una película para los aficionados al fútbol, sigue leyendo, encontrarás que su director ha encontrado en este tema la metáfora perfecta para hablar del proceso de cambio que ha vivido toda una nación.
Con la duración de un partido de fútbol y la promesa de revivir en el espectador las emociones más intensas que ha despertado la selección de balompié venezolano en los últimos años, llegará a las salas de cine el próximo viernes, 28 de agosto “Vinotinto, la película” ópera prima del merideño Miguel New que hará vibrar de emoción tanto a fanáticos coma a no fanáticos.
Y es que más que hablar de la selección de fútbol venezolano, “Vinotinto” es un testimonio de la transformación de un país y una reivindicación del significado de ser venezolano, por lo que tal y como expresa su mismo director, la obra es una invitación a reencontrarse con los valores más arraigados de nuestra idiosincrasia, pero además una invitación a entrar en contacto con nuestra verdadera esencia como seres humanos.
En este sentido, para Miguel New, el fútbol es sólo una excusa para entrar en lo más profundo del venezolano y hurgar dentro de él, cuestionándolo sobre quién es, quién ha sido y a dónde es capaz de llegar si cree en sí mismo y trabaja con otros en la materialización de un sueño colectivo.

Luego de casi 5 años de investigación y grabación, 7 meses de selección y digitalización del material útil -de entre 400 horas de material- y una postproducción de casi 2 años, el resultado es esta obra de 90 minutos, prueba tangible y fehaciente de que es posible superar las limitaciones y aún así transmitir con toda claridad y fuerza que “creer es poder”.
La idea: registrar un proceso de transformación
Hacer “Vinotinto” fue para Miguel New el resultado casi natural de su pasión por el fútbol, pero también, el producto mejor acabado de todo un viaje emprendido por diferentes disciplinas hasta caer por “una especie de suerte”, como él mismo lo llama, en el mundo del cine.
“Yo he vivido el fútbol, desde pequeño lo jugaba casi de una forma obsesiva. Jugué tanto que llegué al punto que creí que iba a ser futbolista (...) pero en Venezuela el camino del fútbol en esa época era muy arduo y entonces cuando salí de bachillerato divagué por varias carreras: música, luego historia, después historia del arte.
La pasión por el fútbol, el aprendizaje adquirido en sus estudios de cine y la sorpresa que dio la selección de balompié venezolano al ganar varios partidos seguidos en 2001, fue para Miguel la luz que encendió en su cabeza la idea de que aquello era el inicio de una transformación que era necesario registrar para la posteridad:
“Cuando regreso de Cuba a Venezuela en 2001, me encuentro con una selección de fútbol que nunca en la historia había ganado sino 3 partidos y que de repente, gana 4 partidos seguidos que me sorprendieron a mí, a Venezuela y Sudamérica entera y conversando en 2002 con un amigo, tuvimos como un presentimiento, una intuición: que lo que se venía en la selección era una transformación y que si seguíamos así, clasificaríamos al próximo mundial. Entonces decidimos ¡bueno, vamos a grabar, vamos a registrar toda esa transformación, todo ese cambio... cada partido va a ser histórico! Nos gustaba mucho cómo estaba jugando la selección, nos sentíamos identificados, habían varios jugadores que eran de Mérida, el equipo técnico era de Mérida, a algunos yo los conocía de pequeños y entonces sentí como un compromiso, deseaba formar parte de lo que estaba sucediendo y quería ayudarlos como podía”.

El desarrollo de la idea: de lo superficial a lo profundo
Con la idea ya en proceso de gestación y el firme propósito de sacarla a la luz, empezó el proceso creativo y de realización, mismo que requirió años, no sólo por el tiempo que estuvieron grabando, sino por las limitaciones técnicas y de patrocinio que fue necesario sortear para llevar el proyecto a feliz término. En efecto, Miguel New y su equipo de trabajo contaban inicialmente con una handicam y una Hi 8, y en el camino lograron conseguir una cámara mini DV, luego una miniDVCAm y finalmente, una HDV para 2008, pero adicional a esto estaba el tema económico. Definir una estructura narrativa y seleccionar qué de todo lo que tenían grabado era lo que quedaría finalmente fue otra parte ardua del proceso:
“El primer corte de la película duraba 15 horas y peleamos muchas veces por definir una estructura con la editora. Inicialmente pensamos en una estructura que rompiera los tiempos, que no fuera lineal, pero al final nos decidimos a hacerla cronológica por dos razones: una porque si queríamos hacer algo diferente, requeriríamos al menos de un año más para pensar bien en una estructura más apropiada y dos, para mostrarle al espectador la relación causa efecto que había entre un juego y otro.
Cuando yo grabé a los jugadores después del partido contra Uruguay, por ejemplo, los rostros y las caras de los jugadores venían cargados de lo que había pasado antes, de manera que había una relación de causa y efecto que era importante reflejar. Entonces decidimos usar una estructura cronológica para transmitir las emociones de los jugadores tal y como ellos las sintieron”.
Ese mismo deseo de rescatar la identidad venezolana fue lo que lo llevó a escoger música de distintas regiones del país en lugar de realizar una banda sonora exclusiva para la película:
“Se trataba de una reivindicación del ser venezolano, de nuestra identidad, de sentirse orgulloso por lo nuestro y qué mejor manera de lograr esto que ambientando la película con música venezolana: entonces tenemos calipso, tambores, pasajes... es un recorrido musical por el territorio venezolano".

Fuente: Fonprocine CNAC

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